Marchas climáticas (Parte II)
De llevarse a cabo esa agenda ideológica y climática que nos invade hoy día, donde la ciencia no tiene sitio, se experimentaría un retroceso probablemente irreversible para varias generaciones. Lo que ha ocurrido en estos dos últimos siglos coincidiendo con la generalización de las sociedades abiertas, política y económicamente, ha requerido muchos siglos acumulando conocimiento. ¿Se está dispuesto a destruir la mayor parte de toda esa evolución sin plantear otras alternativas? Lo cierto es que las sociedades más desarrolladas desde el punto de vista material y con mayor libertad económica son las que han contribuido a mejorar el medio ambiente, por eso, dichas sociedades han seguido creciendo económicamente a la vez que optimizaban el control de sus emisiones a la atmósfera. Sería un error irreparable la implantación de estas agendas climáticas de hoy acompañadas de burdas marchas climáticas, que son sólo acompañamientos políticos radicales arropados por las grandes élites a base de despilfarrar el dinero de los contribuyentes en mecanismos de producción ineficientes: ya se van experimentando la subida de los costes y el anuncio de riesgo de carencias en el suministro de energía. El progreso siempre ha sido producto de la evolución, no de la revolución, por lo que el respeto y mejora del medio ambiente ha de ser una consecuencia del progreso, no de su destrucción. Lo que no se puede consentir es que en temas ecológicos se inmiscuyan lenguajes e ideas confusas de esos activismos que no sirven para nada, y aquí es donde vuelve a entrar, y perdonen mi reiteración, el artificial y engañoso personaje de Greta Thunberg, al que ese activismo climático quiso convertir, erróneamente, en la doncella de Orleans...