En corto y por derecho

Los Ramones

En 1998, Francisco Umbral publica ‘Valle-Inclán. Los botines blancos de piqué’ avalado por Planeta. Es un libro de encargo, oportunista, que aprovecha la efeméride de la generación del 98. El resultado es desastroso, le queda un desordenado pastiche que no es ni biografía ni estudio crítico de su obra. Umbral es un admirador declarado de Valle y le proclama como el mejor escritor español del siglo XX, razones no le faltan. Tratando de cubrir la nimiedad de su fallido ensayo nos remite al que él califica como el verdadero biógrafo de Valle, Ramón Gómez de la Serna. 

Era la mejor máscara a pie que cruzaba la calle de Alcalá, y yo recuerdo haberle visto pasar tieso, orgulloso, pero ocultándose de cuando en cuando detrás de las carteleras de los teatros, que eran como burladeros contra las cornadas  de aquel público que le llamaba “el poeta melenudo”. 

Ramón describe así a don Ramón en su ‘Don Ramón María del Valle-Inclán’ publicado en 1944. Como en el caso de Umbral él es un admirador declarado del escritor gallego, pero su libro es también  de encargo, en esas fechas Ramón está necesitado de ellos, y el resultado es bastante malo. El escritor madrileño intenta tomar ventaja de su convivencia con don Ramón en los años de la bohemia y recrea mil anécdotas que se cuentan sobre él, pero se le ven las costuras porque no hubo tal cercanía. Ni una sola vez Valle hizo  comentario u observación sobre Ramón, simplemente le ignoraba. El texto se resiente de esta impostura, el relato sobre su vida resulta inexacto cuando no fantasioso. 

Hoy nos podemos beneficiar del extraordinario estudio crítico que acompaña la publicación de las Obras Completas de Valle por la benemérita Biblioteca Castro. También durante este mes de marzo se ha podido ver en los Teatros del Canal una maravillosa versión del esperpento ‘Los cuernos de don Friolera’. Como proclamaba Umbral, Valle no solo era el mejor, sino el más moderno de nuestros escritores y su teatro sigue estando más vigente que nunca.