El laberinto de Hacienda
En la profesión médica las labores asistenciales y formativas han estado siempre unidas de forma intrínseca. El médico ha de sufrir un ‘periodo de carencia’ mientras recibe una formación práctica después de licenciarse, antes lo pasaba sin cobrar y ahora cobrando poco como Residente, además de que la formación continua es inherente a su actividad. A nivel de Hacienda, tanto las facturas que se devengan por labor asistencial como por formación están exentas de IVA, si bien solo la asistencial es compatible con el cobro de la pensión. La de formación tiene un límite de ingresos anuales equivalente al Salario Mínimo Interprofesional si se quiere hacer compatible con la pensión completa.
Los médicos, según nos vamos aproximando a la edad de jubilación, tenemos tendencia a volcarnos más en actividades formativas que en asistenciales, por razones biológicas trabajar de ‘cara al público’ se hace cada vez más cuesta arriba. El problema surge a la hora de delimitar qué es formación, pues cuando esta se hace para unos profesionales sanitarios que trabajan en un proyecto concreto se convierte en ‘asesoría’ y ésta tiene un tratamiento diferente para Hacienda: devenga IVA y no es compatible con el cobro de la pensión completa sino solo con un 50%, la llamada ‘jubilación activa’. Vemos por lo tanto como el médico a lo largo de la evolución natural de su vida profesional se ve sometido al laberinto de una normas de Hacienda caprichosamente restrictivas.
El problema no se restringe a la profesión médica, sino que plantea una situación más general que resulta preocupante: el sorprendente interés de la Administración en hacer incompatible el trabajo con la jubilación. Apoyado por unos sindicatos herederos de lo peor del Vertical, se plantea la disyuntiva ‘ trabajo o jubilación’ que hace años ha sido abandonada en los países de nuestro entorno. No hay mayor prueba de ello que la cantidad de excepciones que se contemplan en nuestra legislación, generando situaciones cuya racionalidad resulta discutible tal como el conflicto formación/asesoría antes reseñado. En diciembre se aprobó una norma que ha entrado en vigor en abril de 2025, se ha vendido como un avance en la compatibilidad entre trabajo y jubilación pero ha quedado tan descafeinada que seguimos en las mismas o muy parecidas. La verdadera modernización del Estado pasa por acabar con estos atavismos.