Las horas más decisivas de Ucrania
Mientras Putin gana tiempo porque le sobra, Trump alardea de su traición a Ucrania y a Europa y busca un acuerdo con el sátrapa ruso al estilo de los infames pactos de Múnich de 1938.
Al igual que ocurrió en la cumbre de Múnich, en septiembre de 1938, en que Francia y el Reino Unido entregaron a Hitler los Sudetes para apaciguarle en su política expansionista en Europa, ahora el presidente norteamericano, Donald Trump, trata de apaciguar el líder ruso, Vladimir Putin, entregando una parte de Ucrania para parar una guerra y calmar las ansias expansionistas de Rusia. Ya negocia con los rusos sin Ucrania, como cuando se decidió la suerte de Checoslovaquia sin contar con Checoslovaquia.
También Trump culpa a Ucrania de la guerra y le quita legitimidad al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, por no haber convocado elecciones a pesar de la guerra y le considera ilegítimo, repitiendo los mismos argumentos, no casualmente, que el presidente ruso, Vladimir Putin. Pobre Ucrania, ya está vendida.
En definitiva, vistos los últimos acontecimientos, se vuelve a enarbolar la bandera del apaciguamiento, descalificando a Europa por buscar una “paz justa y duradera” y dejando a Ucrania fuera de la diplomacia paralela de Trump para acabar con la guerra. Pero que nadie olvide que tras la firma de los pactos de Munich de 1938, Hitler invadió toda Checoslovaquia, incumpliendo lo pactado, y comenzaba la Segunda Guerra Mundial. ¿Estamos ad portas de una reedición de los infames pactos de Munich de impredecibles consecuencias?
En cualquier caso, lo que sí queda meridianamente claro es que la administración norteamericana parece decidida a imponer la “pax rusa” a Ucrania, en medio de algunos ligeros avances rusos en Kursk y el Donbás y el estancamiento de los frentes. Los ucranianos, mientras tanto, se encuentran ante un gran dilema, entre aceptar seguir luchando pese a los escasos avances o ceder territorios a los rusos para alcanzar un vergonzoso acuerdo con Moscú que ponga fin a la guerra.
Por lo pronto, el presidente norteamericano, Donald Trump, ya ha hablado con su colega ruso, Vladimir Putin, en al menos dos ocasiones, y se espera un cara a cara inminente y decisivo que ponga fin a la guerra, mientras que Ucrania ha quedado fuera de las conversaciones iniciales celebradas en Riad (Arabia Saudí) entre las delegaciones de Rusia y Estados Unidos.
Trump no pretende contar con Europa en la búsqueda de una solución al conflicto, simplemente para humillarla y despreciarla mostrando su lado más pérfido, ni con Ucrania, que es la parte ocupada e invadida, sino solamente congraciarse con Putin para presentarse como un gran líder mundial que logró la paz a cualquier precio y centrarse en el que considera su mayor enemigo: China.
En lo que respecta a las “buenas intenciones” de Putin, estas pasan claramente por la anexión de los departamentos ocupados de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, que ya fue anunciada y refrendada por la Duma Estatal rusa -el legislativo- en octubre del año 2022, y la península de Crimea, ocupada y anexionada por Rusia en el 2014.
Rusia, que siempre ha desdeñado el diálogo y la búsqueda de soluciones negociadas con sus vecinos, sino más bien todo lo contrario, ha ganado la guerra de Ucrania. De confirmarse la felonía de Trump, tanto a Ucrania como a sus aliados occidentales, a los que ahora trata de despreciar y dejar al margen de la búsqueda de una solución negociada, ya nada detendrá a Putin. Pero no perdamos de vista que Rusia tiene en el punto de mira a Polonia, a Moldavia y a los países bálticos. Moscú, más con nunca asumió la pérdida definitiva de esos territorios, seguirá desestabilizando y generando conflictos. A partir de ahora, ya no hay garantías de que el paraguas protector de la OTAN vaya a defender a esos países si son atacados mientras que en la Casa Blanca el inquilino siga siendo Donald Trump. Atentos, vienen tiempos turbulentos.