La guerra puede ser racional, Homo sapiens, no siempre
Considero que las guerras no se evitan dialogando. De hecho, a veces son inevitables. Espero podamos evitar la guerra que está promoviendo la bestial política de rearme hostilmente anti-rusa de la UE y la OTAN con la excepción, admirable e inesperada, de EEUU gracias al presidente Trump.
Por experiencia sabemos que es infrecuente que el simple diálogo resuelva, entre estados, divergencias gravemente inamistosas al convertir en enemigos a los adversarios. Las negociaciones políticas (especialmente las internacionales) no son ejemplos de diálogo sino de calculada exhibición de fuerzas. Sin embargo, es opinión consagrada en el universo periodístico de la política proponer hipócritamente resolver los conflictos dialogando. De ahí que, en ese viciado y partidista universo (el 80% de periodistas son woke-progresistas desde su primera formación universitaria), a Putin y Trump se les tilde de matones incapaces de dialogar políticamente con sus adversarios.
Sucede que la omnisciencia no es cualidad humana, sino divina, y que ni la simple racionalidad nos puede ser atribuida en las negociaciones, de cualquier índole, al utilizar el diálogo como medio de concluir acuerdos. La realidad comprobable es que las opiniones de Homo sapiens (opiniones en sentido amplio, en el que quepa la toma de decisiones) están sobrecargadas de sesgos cognitivos que las lastran de irracionalidad: puede anticiparse el comportamiento de Homo oeconomicus pero no el de Sapiens. Homo oeconomicus es la versión idealmente más racional (y por tanto ficticia) de Sapiens.
La ciencia comportamental que repose estrictamente en el Homo oeconomicus (Teoría de juegos neoclásica, por ejemplo, utilizada teóricamente en geopolítica) no es generalmente predictiva si se experimente con Sapiens de carne y hueso: no es verdaderamente ciencia aunque su metodología lo sea. El método científico aplicado a la astrología no la convierte en ciencia. Los economistas conductuales fueron los primeros científicos en cuestionar, gracias a una metodología experimental, la racionalidad de las decisiones. Para que una decisión se considere racional debe satisfacer unos cuantos axiomas que garanticen la coherencia. Una, evidente: respetar las reglas de transitividad. Posteriormente, A. Tversky y D. Kahneman probaron que ni siquiera esas exigencias axiomáticas mínimas, requeridas en las decisiones de toda persona racional, se respetan en la práctica. Insisto, a Homo oeconomicus ideal no le afectan los sesgos cognitivos, a Homo sapiens, sí. Entre las irracionalidades decisorias observadas, causadas por sesgos cognitivos, está, por ejemplo, la que deriva del Efecto de encuadre (Framing/Effet de cadrage): no solemos tomar la misma decisión, o proponer la misma respuesta u opinar idénticamente, si nos presentan un único problema bajo dos enfoques diferentes. Otra irracionalidad, tan llamativa como la anterior, proviene del sesgo cognitivo llamado Anclaje (Effet d'ancrage/ Anchoring): dificultad en deslastrarse mentalmente de las primeras impresiones. Quiere decirse, si nos hemos dejado impresionar por el ambiente intelectual o mediático en el que gravitamos, aceptando que Trump y Putin son dos matones incapaces de dialogar racionalmente con sus adversarios o enemigos, no va a ser fácil que cambiemos de opinión aunque los hechos sugieran otra cosa.
Los dos ejemplos anteriores son la somera ilustración de un amplio repertorio de desviaciones sistemáticas en relación a decisiones arquetípicamente racionales. No obstante, aunque la evidencia experimental de numerosos sesgos cognitivos constituye un avance notable para comprender el proceso mental decisorio, los científicos no han logrado, de momento, alcanzar objetivos más ambiciosos: entender completamente su origen. Mejor así pues conocido el origen es muy fácil manipular a las personas (aterrorizándolas direccionalmente, verbigracia) para hacerlas incurrir en sesgos cognitivos y modificar sus decisiones y comportamientos.
Con estos elementos en mano ¿qué cabe esperar del diálogo cuando el belicismo domina el marco negociador? En la UE son las propias instituciones controladas por la Inteligencia económica, política, ideológica o funcionarial (y Agencias especializadas) las que crean conscientemente irracionalidad al generar sesgos ínsitos en latente hipocondría social o terror colectivo. Bajo este enfoque, la guerra es una decisión muy racional, para esas agencias, que puede llevarse a buen término, propaganda mediante, explotando emocionalmente sesgos cognitivos ampliamente irracionales de Homo sapiens.
Echando mano de noticia reciente, para justificar el aumento desorbitado del gasto en armamento que acaba de aprobar el país, el servicio de inteligencia alemán anticipa y divulga a los cuatro vientos, con gran aparato mediático, que Rusia atacará en el 2030 a la propia Alemania y otros países de la OTAN. Anticipación/profecía que no se sostiene en prueba alguna a no ser las inventadas. Es este un tipo de fraude intelectual fabricado conscientemente y muy racionalmente, mediante manipulación informativa, para activar en la población el sesgo cognitivo que facilite la adhesión a la política belicista. Ahora bien, el problema con este tipo de anticipaciones/profecías es que a veces se cumplen al desencadenar una dinámica que las hace casi inevitables (profecías autorrealizables/ self-fulfilling expectation/ self-fulfilling prophecy). Si con el rearme de Europa, Rusia se sintiera mortalmente amenazada (como lo fue por Ucrania empujada por la OTAN y el chanchullero Biden amparando los negocios familiares) quizás agreda preventivamente (con lo cual la profecía se autorrealizaría). Si bien es altamente improbable. No olvidemos que la potencia militar de la OTAN europea ya es hoy día, antes del rearme, muy superior a la rusa. Los países europeos de la OTAN (sin Turquía pero con RU) rodean militarmente a Rusia y disponen de muchos más habitantes en edad de combatir, más mercenarios, más presupuesto y más armamento convencional que Rusia. No es previsible que Rusia busque suicidarse atacando a un país europeo sabiéndose en aplastante inferioridad militar frente al conjunto de la UE ¿Atacar a Europa por qué? Que Rusia busque revancha en algunos países bálticos, Polonia, Rumanía, Moldavia o Alemania es un dislate propio de propaganda de la Guerra Fría. Peor que eso, en este momento es pura provocación alentada por inconfesables intereses económicos.
Ocurre que la prensa participa masivamente en la campaña de intoxicación militarista con muy pocas excepciones de intelectuales que no suscriban a esta locura belicista. Locura muy racional en términos de la industria armamentista y de las posiciones en Bolsa que tomaron, a buen seguro anticipadamente, Macron (profesional del ramo) y otros gánsteres de las finanzas expertos en insider trading/delito de iniciado.
No nos dejemos engañar, lo que está sucediendo es muy grave. En Europa se está utilizando la misma estrategia que se empleó durante la pandemia de Covid-19 para llevar a buen término el arresto domiciliario de la población y la obligatoriedad de vacunación (niños y adolescentes incluidos). Es la estrategia del terror que empopó como nunca en la historia los beneficios de varias multinacionales farmacéuticas. En el caso de la Covid-19 aterrorizaron a la población desarrollando un clima de hipocondría social generalizada. En la actualidad, aterrorizan a los europeos machacando a la opinión pública con la próxima invasión de Europa por Rusia, en cuanto haya acabado con Ucrania (con la mediación de EEUU) Dado que la propuesta de rearme europeo alcanza los 800.000 millones de euros los beneficios de la industria armamentista serán colosales. No es de extrañar que los valores en Bolsa de las empresas del sector se disparasen como sin duda sabían de antemano quienes tomaron la medida mucho antes de que se anunciase.
Los europeos, si aún seguimos siendo algo, debemos oponernos a ultranza a la sanguinaria locura –muy racional económicamente para ciertos privativos intereses- urdida por las canallescas élites europeístas anti-europeas con mando en plaza.