Desde el otro lado

La gripe presidencial

La gripe, conocida como influenza en muchas naciones, se trata de una infección viral respiratoria, que se propaga de manera muy fácil entre personas.

En los países tropicales como la República Dominicana es común la prevalencia de la gripe durante todo el año, por los cambios climáticos bruscos propios de estas latitudes cuando las temperaturas fluctúan.

Hace tres décadas, cuando empecé a trabajar en el Palacio Nacional, una de las primeras advertencias recibidas fue que al despacho del presidente no se podía entrar con gripe y ni siquiera con síntomas iniciales de la misma. 

Cuando algún colaborador tenía gripe se le vedaba el paso hasta tener la certeza de su recuperación absoluta, pues era para evitar el contagio del primer mandatario que en ese momento ya era octogenario. 

Un buen día llegó un diplomático de una de las embajadas más importantes acreditadas  en el país, con un tremendo resfriado, que casi no podía respirar, quien tenía una audiencia con el presidente Balaguer. 

Al recibirlo y ver esas condiciones le señalé que nadie con gripe podía entrar al despacho presidencial. Que esa era una norma inquebrantable. 

Al diplomático no le gustó mi comentario y me dijo que ya que él estaba en el Palacio Nacional y que se  daría la cita porque tenía meses esperando que le avisaran. 

Al llegar al Despacho se quedó en la sala de espera un momento y yo le hago el comentario al general encargado de la seguridad del presidente  de que ese señor estaba agripado, pero que tenía mucho tiempo esperando por esa cita. 

Se le comunicó al presidente que el señor llegaba con una afección gripal severa, para que decidiera  si lo iba a recibir para que no se contagiara.

El presidente ya estaba disgustado con ese funcionario diplomático y manifestó: “siempre viene con un problema”. Balaguer se refería a la situación que había pasado la vez anterior de su visita, cuando llegó con un botón diferente en el saco y yo le señalé que tenía un botón extraño y le puse el dedo sobre el mismo, por lo que me dijo casi inconscientemente: “no le topes que es una cámara”.

Como Balaguer era ciego, entendía que nadie iba a percatarse  de  su intención, Desde luego, que antes de que entrara al despacho comuniqué la hazaña. El presidente lo recibió con un “bienvenido a usted, pero no a su cámara, por favor retírela”. 

En esta nueva visita con la gripe el gobernante decidió recibirlo, pero tenía a mano un pañuelo con un poco de alcohol, el cual constantemente se lo mantenía en la cara y se lo pasaba por la nariz. Balaguer  le explicó al diplomático norteamericano que  una gripe para una persona normal no era nada, pero que para una persona mayor de edad como él podría significar la muerte. 

La entrevista duró unos 15 minutos, el presidente lo despachó lo más rápido que pudo para evitar el contagio, pero no fue posible: a los cuatro días estaba sumamente afectado por una gripe.  Esa fue la única vez que lo vi congestionado en toda su gestión.

Todos sabíamos quien lo había contagiado y luego de eso nunca más volvió a recibir a ese famoso diplomático, quien era muy amigo de muchos dominicanos. Una figura muy conocida. Aunque insistió mucho para otras citas le fue imposible volver a verlo, porque se evidenciaba en cada visita su mala fe. Luego se descubrió que, además de sus funciones, era un agente de uno de los organismos de investigación de su nación: un espía.