Fronteras desdibujadas

Frida Kahlo en París: Un mes de arte, surrealismo y amistad con Mary Reynolds

Desde el 29 de marzo hasta el 14 de julio, el Instituto de Arte de Chicago presenta la exposición El mes de Frida Kahlo en París: una amistad con Mary Reynolds. Tuve la oportunidad de visitarla y sumergirme en un capítulo poco explorado de la vida de Kahlo: su estancia en París en 1939 y su vínculo con la encuadernadora y coleccionista Mary Reynolds. A través de más de 100 objetos, la muestra reconstruye este mes crucial en la trayectoria de la artista mexicana, resaltando su relación con el surrealismo y su impacto en la escena artística europea.

Frida Kahlo (1907-1954) llegó a París en el invierno de 1939 invitada por André Breton, quien la consideraba una representante nata del surrealismo. Sin embargo, su experiencia en la ciudad no fue del todo placentera. Describió París como caótica y agotadora, tanto física como creativamente. Fue en la casa de Mary Reynolds donde encontró un respiro. Reynolds, compañera de Marcel Duchamp, tenía un hogar lleno de libros y arte, un refugio que se convirtió en el centro de sus interacciones con la vanguardia parisina.

Uno de los momentos más significativos de su paso por París fue la adquisición de su obra El marco (1938) por parte del gobierno francés, convirtiéndola en la primera pintura de Kahlo en formar parte de una colección nacional fuera de México. Este autorretrato sobre aluminio, enmarcado con cristal pintado, une elementos del arte popular mexicano con una sensibilidad moderna, alineándose tanto con la tradición de los exvotos religiosos como con la escultura encontrada, un concepto apreciado por los surrealistas.

Durante mi recorrido por la exposición, me impactó profundamente Árbol de la esperanza, mantente firme (1946). En esta obra, Kahlo se representa dos veces: a la izquierda, postrada y con la espalda abierta por recientes cirugías; a la derecha, sentada con un vestido de tehuana, sosteniendo un corsé ortopédico. La escena, dividida entre el día y la noche, refleja su lucha constante entre la fragilidad y la fortaleza. La pequeña bandera que sostiene con la frase Árbol de la esperanza es un recordatorio de su resiliencia ante el dolor físico y emocional.

Otro cuadro que capturó mi atención fue Autorretrato con pelo cortado (1940). Pintado tras su divorcio de Diego Rivera en 1939, Kahlo aparece con un traje masculino y el cabello corto, rodeada de mechones de pelo esparcidos por el suelo. En la parte superior, la letra de una canción popular mexicana refuerza el mensaje de ruptura: Mira, que si te quise fue por el pelo. Ahora que estás pelona, ya no te quiero. Esta imagen desafía las convenciones de género y simboliza una Kahlo redefiniéndose a sí misma fuera de la sombra de Rivera.

La exposición también resalta cómo Kahlo fue ganando reconocimiento en la escena internacional. Su cuadro Frieda y Diego Rivera fue la primera obra en ingresar a la colección de un museo en 1936. Más tarde, su debut en Nueva York fue anunciado con el titular El ascenso de otra Rivera, reflejando cómo en ese momento su figura todavía era vista en relación con la de su esposo. Sin embargo, su paso por París y su conexión con artistas como Reynolds marcaron un punto de inflexión en su identidad artística independiente.

El mes de Frida Kahlo en París: una amistad con Mary Reynolds no solo nos permite redescubrir la breve pero intensa estadía de la artista en la capital francesa, sino que también invita a reflexionar sobre el impacto de las redes artísticas en su evolución creativa. Al explorar su amistad con Reynolds, la muestra nos recuerda que el arte no solo se define por los lienzos, sino también por los encuentros, las influencias y las conexiones que trascienden el tiempo y el espacio.

Para más información sobre la exposición  visite el sitio web del Instituto de Arte de Chicago. Yo lo disfruté enormemente.