Emigrar: la búsqueda laboral
Para continuar avanzando con estas crónicas de la emigración hoy hablaré de mis primeros pasos en la búsqueda laboral aquí en España.
Luego de terminar las gestiones administrativas urgentes: identificación, empadronamiento, inscripción a las escuelas de los niños, al sistema de salud, otros trámites menores, y cuestiones tales como actividades extraescolares para que mis hijos se integraran socialmente, y pudieran recobrar el contacto con niños de su edad, ahora me tocaba dedicarme a mi propia inserción en el país. De este modo comencé a hacer algo que nunca había realizado antes: buscar trabajo.
Me recibí de odontóloga a los 23 años recién cumplidos. Apenas terminé mis estudios de grado inicié a trabajar en consultorios para otros, y así me fui incorporando al mercado laboral a la par que estudiaba, seguía formándome, y participaba en actividades extralaborales que incluían desde formar parte de entidades, y organizaciones de odontólogos, hasta participar activamente en diferentes organizaciones o actividades de voluntariado en la comunidad.
Así mi historia laboral se desencadenó, y una cosa fue trayendo otra, y en casi 20 años desde que regresé de mi querida Facultad de Odontología, nunca paré, nunca, ni aun cuando nacieron mis hijos, hasta que llegué a España, y entonces de golpe la vida me obligó a detenerme.
A la par de la adaptación a vivir en otro país, buscar trabajo se convirtió en mi prioridad, no solo para estar activa sino porque la economía familiar lo necesitaba, una familia de clase media no puede vivir con un solo salario.
Comenzar la búsqueda laboral implicó ponerme delante de un ordenador, y así entre otras cosas tuve que:
- Actualizar y modificar mi currículum vitae una infinidad de veces.
- Comenzar a buscar diferentes plataformas y webs de empleo.
- Ir al Instituto Aragonés de Empleo INAEM, para que me asistieran y orientaran.
A continuación, me voy a explayar en cada uno de estos tópicos.
1. Actualizar y modificar mi cv: Recordar mi vida laboral, y lo que había realizado durante tantos años. Rearmar mi historia, y empezar a interiorizarme en un mundo nuevo. Tuve que modificar el CV, editarlo, resumirlo, y hacerlo más atractivo. Esto significó caos mental, no sabía qué hacer ni cómo empezar.
Pasaron largas jornadas de creación, adaptación, desarrollar habilidades blandas (y mucha paciencia), utilizar programas informáticos, ver tutoriales y videos donde te indicaban que de acuerdo con la oferta laboral a la que solicites es necesario rearmar u orientar el currículum, por lo que postularse a una sola oferta podía llevar más de un día.
Por otro lado, se me planteó otra misión imposible: resumir mi vida laboral en una página, es que algunas ofertas te indicaban que debías resumir tu historia.
2. Comenzar a buscar diferentes plataformas y webs de empleo: Hay muchísimas, y todas son diferentes, y en la mayoría no se puede subir el currículum, sino que tienes que ir completando uno a uno los apartados, y los diferentes campos: ¡hermoso!
Ahora sí que la conexión no falle, y recuerda siempre guardar los cambios, no vaya a ser que no lo hayas realizado, y pierdas la información que te llevó horas completar, debiendo empezar de nuevo (cualquier semejanza con la realidad es simple coincidencia, ninguna de estas me pasó).
Y así fue como reactivé mi perfil en Linkedin, una gran red social de empleo que algunos años atrás había abierto, pero que nunca había utilizado. Comencé entonces a publicar en esta red y a hacerme visible para el mundo exterior.
3. Ir al Instituto Aragonés de Empleo (INAEM): Para que me asistieran y orientaran: tomar cita por sistema (para todo la cita es por sistema) y de vuelta mi pregunta: ¿cómo hace la gente que no habla el idioma, o que es mayor para tomar una cita por la web?, es que sin cita te cierran la puerta en la cara, literal (visto con mis propios ojos).
Hay gente muy valiosa en el INAEM, y así conocí a una empleada llamada Marta que me escuchó y orientó, fui el día de la cita con todos mis títulos y diplomas bajo el brazo, y por supuesto con mi CV actualizado.
El veredicto de Marta: “los posgrados sin disponer de la homologación del grado no te valen”, aún si cuatro de esos posgrados eran de universidades europeas, incluyendo 2 de España: Escuela Nacional de Sanidad Carlos III y Universidad Pompeu Fabra.
Marta me indicó que se podían notificar como formación complementaria en el sistema, pero no como posgrados, otro de los grandes interrogantes que hoy en día sigo sin entender: ¿inexplicable no?
No entiendo cómo se puede reconocer el diploma de grado extranjero para inscribirte en una universidad para realizar estudios, pero no para trabajar, y no te lo aclaran antes de realizar el posgrado, por lo que no puedo evitar sentirme estafada.
Pero eso no fue todo ese día en el INAEM, lo más duro fue escuchar y procesar la palabra desocupada: ¡si! salí con un certificado que decía que era desocupada, por primera vez en mi vida.
Ese día me aplastó psicológicamente la cabeza. Pero ese certificado me era útil, y necesario para poder inscribirme a los cursos gratuitos que el SEPE realiza y así poder empezar a insertarme, conocer gente y ocupar la mente para no entrar en depresión, así lo hice y me formé porque en mi esencia está estudiar.
Mientras todo esto sucedía también debí aprender a ser ama de casa por primera vez, y eso también fue aprendizaje, no disponer de esa independencia económica que siempre tuve. Carecer de una cuenta en el banco, ni que hubiera un día al mes en el que se depositara el salario (si bien seguía dando clases a la distancia a Argentina en una diplomatura donde era docente de salud pública, y cada tanto surgía alguna otra posibilidad de docencia on line en otros países).
Así fue como ese año me desarmé, tuve que deconstruirme para reconstruirme, desde el dolor muchas veces, pasar por angustia e impotencia, y aprender a la fuerza: le llaman resiliencia, y esa capacidad para hacer frente a las dificultades.
Para ir terminando lo voy a hacer con un mensaje de esperanza: fue duro, pero hoy me encuentro trabajando y esto que les conté es parte de mi historia.
Les deseo que empiecen muy bien la semana, y si el que lee del otro lado se siente identificado en alguna de mis vivencias: no te caigas, busca ayuda y si no tienes o sabes por dónde empezar, contacta conmigo en redes, si te puedo escuchar y dar una mano desde mi humilde experiencia, no te olvides yo ya pasé por eso y pude salir.
Abrazo y hasta la próxima lectores.