Disquisiciones

El ocio

El cerebro que representa alrededor del dos por ciento del peso corporal total y consume el veinte por ciento de la energía corporal, nos advierte también el límite cuando trabajamos demasiado. Existe un mito que solo usamos el diez por ciento del cerebro, cuando es la totalidad, y la ciencia todavía sabe muy poco acerca de cómo funcionan las cien mil millones de neuronas y sus conexiones que rondan los doscientos billones.   

Gracias al código neuronal, que es lenguaje secreto del cerebro, hablamos, leemos, pensamos, recordamos, caminamos, escribimos y hasta nos entregamos al ocio.

El confucionismo idealizaba el ocio y la falta de esfuerzo. El principio filosófico del taoísmo es el no esfuerzo, lo que significa que una persona iluminada en el plano espiritual o intelectual vive con el gasto mínimo de energía. Los antiguos chinos sostenían que en el campo militar, el buen general obliga al enemigo a agotarse y espera la oportunidad para atacar, usa las circunstancias para su propia ventaja y desarrolla la menor actividad posible. Esta noción se opone a la idea occidental de lograr un objetivo con despliegue de fuerzas.

¿Qué hace el cerebro mientras no hacemos nada? Tiene un mejor funcionamiento neuronal donde surgen <<las últimas reverberaciones de un vasto movimiento que se produce en nuestro interior durante el ocio>>  como dice Rilke, para formar olas de insospechadas ideas.

El precúneo se sitúa en la parte posterior del cerebro y sabemos que interviene en el razonamiento espacial y la conciencia. De modo que cuando no hacemos nada, el subconsciente busca soluciones a los errores y lleva a la autorreflexión. La red neural funciona mejor cuando nos relajamos y mantenemos una actitud positiva.

Si el cerebro está demasiado ocupado, deja de ser creativo, y mientras las actividades laborales se extienden, el bienestar mental como la salud física disminuyen como fruto del estrés, lo que japoneses llaman <<karoshi>> que significa <<muerte por exceso de trabajo>>

El hombre es el único animal con grado de conciencia que tiene la capacidad para idear soluciones a sus problemas. Cuando más eficientes somos, mayor es la presión de producir. Un ciclo que deriva de la creencia de que el tiempo jamás debe perderse, pero cuando estamos ociosos, los  centros cerebrales al estar relajados, vaga la mente y algunas ideas adquieren robustez y coherencia.

En algunas personas la red neural por defecto está demasiado activa, sus nodos establecen demasiadas conexiones y se dificulta la diferenciación entre realidad y fantasía, entre genialidad y locura cuya línea divisoria es muy fina.

La creatividad solo puede surgir como resultado de la increíble capacidad natural de interpretación de nuestro cerebro, donde cada vez es más evidente que el estado de reposo cumple una función decisiva en relación con ese proceso.

Hoy, la tecnología garantiza la disponibilidad absoluta todo el tiempo para atender asuntos de trabajo. Ya no existe lugar físico en el que no podamos trabajar, y así la mente tampoco descansa para encontrar las desconocidas virtudes del ocio.