La mirada de Ulisas
¿Dónde está la dignidad de un país que sufre la desidia?
10 de noviembre de 2024 (08:20 h.)
LA MIRADA DE ULISAS leyó la impresionante y conmovedora columna de Adolfo Alonso Ares, titulada “Huir como un cobarde”. El atisbo de Ulisas se llenó de dolor al ver la tragedia que vive Valencia y sus alrededores con la calamidad sucedida hace escasos días. Constata que el gobierno español se ha manifestado de manera tan pobre que produce asco, como bien lo manifiestan las palabras del autor del artículo que reza: “El presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez decidió huir como un cobarde”. Y llega mi reflexión que no se puede apartar de la conmoción: ni siquiera los capitanes de un barco se prestan a semejante atropello. Saben que en los momentos de pánico deben ser los últimos en abandonar los predios luego de constatar que todos los demás pasajeros y tripulantes se hayan salvado del naufragio. Pues por lo visto para este presidente dicha obligación lo tiene sin cuidado como lo escribe con la lucidez que se le conoce al periodista Adolfo Alonso Ares. Y añade “me siento avergonzado, sonrojado como español, abochornado como español”. Dramáticas palabras que retratan bien la realidad de esta España que clama la unión y solidaridad del gobierno español. Momentos demasiado dolorosos y angustiantes para dejar a la deriva a su gente al no intervenir con la presencia que la gravedad de la situación exige. Y mi mirada abrazada por la sensibilidad que debe tener cualquier persona frente a estas lamentables circunstancias se aterra. ¿Cómo es posible dejar en desamparo a tantos damnificados? que lloran a sus muertos y a sus desaparecidos, tragados por corrientes que sólo pueden anunciar la punzante partida de inocentes ciudadanos entre aguas agitadas y de excesiva turbulencia. La gran queja de la zona catalana, de esta hermosa y próspera parte de España, es la falta de aviso previo. Hubiera podido salvar alientos y evitar tanta tragedia. El desastre se registra de tal magnitud que el apoyo impone el himno a la solidaridad. Menos mal que otros generosos poblados acudieron masivamente a poner manos a la obra de limpieza a una catástrofe de una intensidad poco vista en la región. Desastrosa. Escenas calamitosas y apocalípticas fueron difundidas a nivel mundial. Mi mirada no quedó ausente de la mencionada hecatombe que deja huella en corazones heridos y maltrechos. Un réquiem por todos los fallecidos que se cuentan ya por centenas. Horror de los horrores vividos en España que suscitaron los auxilios de países como Argentina y El Salvador, los primeros en pronunciarse, aunque ya la lista de ayudas es importante. Ningún gobierno, nación ni personas pueden quedar indiferentes ante semejante infortunio que avergüenza al ser humano cuando tiene conciencia del maltrato que le ha infringido a la madre Naturaleza para que se revele de esta manera. Y las tragedias se van sumando a nivel planetario con una voz que espera ser escuchada y tomada en cuenta. Mi mirada se queda con las tristes frases de Adolfo Alonso: “¿Dónde están escondidos los gurús de la política medioambiental española que se han fiado de lo que predican todos los ecologistas analfabetos? Termina por querer saber: “¿Dónde está la dignidad de un país que sufre la desidia? Y mi mirada con lágrimas se une al lamento español para que nunca más sucedan estas cosas de calibre mortal y condenable. Si bien los dramas no siempre se pueden evitar por lo menos se deben mermar sus consecuencias al dar aviso de la gravedad de lo que se avecina. Como tratamos de hacerlo con nuestros artículos con voces y palabras para permanecer alertas de no dejar en abandono a las personas, las circunstancias ni a las desdichas, que resultan cotidianas en nuestra generosa morada que es la Tierra, nuestro hogar. Y mi mirada se permite agradecer a colegas que están en el empeño de abrirles los ojos a sus lectores y a gente interesada en abrazar verdades, no siempre dadas a conocer.