La democracia en América
Para todos aquellos que despotrican contra los Estados Unidos, ese país con limitada sanidad pública y en el que se permite portar armas, resulta recomendable la lectura de ‘La democracia en América’, la extraordinaria obra que escribió Alexis de Tocqueville en 1835-1840 después de haber visitado la ‘América inglesa’. Le movía la intención de comparar lo que había ocurrido en su país, la Revolución francesa, con la que había tenido lugar en América.
En su obra, lo primero que hace Tocqueville es analizar quiénes eran los ‘peregrinos’, las ciento cincuenta personas que arribaron al lugar que bautizaron como Plymouth en 1620. Se trataba de un grupo de ‘puritanos’ que salían de Inglaterra huyendo de la intolerancia de la iglesia anglicana, cuyo grado de civilización contrasta vivamente con los españoles que habían llegado a América un siglo antes. La secuencia de revoluciones, primero la inglesa, la ‘Gloriosa’, en 1689, luego la llamada ‘americana’ que culminó en 1786 con la independencia de las Trece Colonias para formar los Estados Unidos, y por fin la francesa en 1789, formaban la trilogía revolucionaria que cambió el mundo occidental y que suscitaron la curiosidad intelectual de Tocqueville. El meollo de su obra consiste en entender y comparar los orígenes de lo acontecido a ambos lados del Atlántico.
La lectura de su obra nos muestra las causas de las diferencias irreconciliables con Europa, cuyas dos Guerras Mundiales, solventadas por Estados Unidos, explican su posición de subordinación frente al Imperio Americano. Para entender en profundidad la reciente humillación europea en la Asamblea de la OTAN, conviene entender las raíces del problema, que no son otras que las ventajas de la democracia americana sobre la europea, por más que intentemos disimularlo con nuestra pretendida superioridad moral, cuyo grotesco epítome fue la actuación del presidente Sánchez.