En corto y por derecho

Cuevas de Cantabria

Visitar las cuevas prehistóricas de Cantabria es uno de los mayores atractivos culturales que conozco. En esta ocasión hemos visitado la de El Pendo, situada en un lugar de complicado acceso cerca de Puente Arce, donde casualmente nos encontramos a ‘Revilluca’ desayunando mientras se fumaba un puro.

El Pendo, explorada desde hace más de 100 años, adquirió mayor relevancia cuando en 1997 se descubrieron pinturas rupestres datadas en 20.000 años que representan sus famosas ciervas, además de algún caballo y un uro. Tiene tres capas estratigráficas correspondientes a asentamientos de  neandertales, sapiens del paleolítico superior y de la edad de bronce. Un guía te va explicando pacientemente cada detalle, aunque su mayor preocupación es que no se caiga ningún visitante y conservar el lenguaje woke. Entre decir arqueólogos y arqueólogas, cazadores y cazadoras, los chamanes y las chamanas, se le va la mitad de un discurso que se afea cuando sostiene que neandertales y sapiens son dos especies distintas, ignorando que gracias a la moderna paleogenética sabemos que se hibridaron. Por este descubrimiento le dieron el Nobel de Medicina a Svante Paabo en 2022.

El guía, más turístico que científico, perdió la oportunidad de discutir en este escenario la emergencia del arte rupestre, uno de los mayores misterios de la humanidad que sigue generando múltiples hipótesis. Una de las últimas es su vinculación a la ‘excursión de Laschamps’, también conocida como “Evento Geomagnético de Transición Adams”, en homenaje al escritor de ciencia ficción Douglas Adams, quien escribió “La Guía del Autoestopista Galáctico”. Laschamps representa un evento geomagnético de magnitud excepcional que transformó fundamentalmente las condiciones ambientales de la Tierra hace aproximadamente 41,000-42,000  años BP. Este fenómeno, caracterizado por la inversión parcial de los polos magnéticos y el debilitamiento del campo magnético hasta el 5% de su intensidad actual, desencadenó una cascada de cambios que incluyeron la destrucción de la capa de ozono, alteraciones climáticas globales, y posibles impactos en la evolución y distribución de especies terrestres. Su coincidencia cronológica con la aparición de la pintura rupestre, se refuerza por el hecho de que los sapiens tuvieron que refugiarse en cuevas durante largos períodos para protegerse de las radiaciones acaecidas en esa época que se alargaron hasta 1.300 años. Téngase en cuenta que la inversión magnética llevó a la constante aparición de auroras boreales en toda la faz de la tierra y los sapiens hubieron de proteger su piel de las tormentas solares con ocre. Si todo esto conllevó la desaparición de los neandertales por menor capacidad de adaptación, es motivo de una interesante controversia.