Cuba y la complicidad de la comunidad internacional
Como todos los años, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel convocó esta semana al Palacio de la Revolución, al cuerpo diplomático acreditado en Cuba. Les agradeció “por todo el apoyo brindado” y les reconoció “por lo que hacen representando a sus gobiernos y a sus pueblos en nuestro país”. El jerarca expresó: “Luchamos y compartimos ideales, junto a muchos de Uds. en busca de un mundo mejor, un mundo más democrático, más inclusivo, más justo, con más armonía con nuestro planeta, y donde no haya guerras, donde predomine la paz, donde no haya exclusiones, donde no existan bloqueos, ni medidas coercitivas”.
Resulta impresionante como la pandilla que gobierna Cuba, de la misma calaña que las de Venezuela y Nicaragua, sean capaces de mantenerse en el poder burlándose del mundo. Citan a los diplomáticos, todos van, todos escuchan, disfrutan del cocktail y se retiran como si nada. Es el mundo del absurdo. Díaz-Canel humilla a su pueblo, que hoy pasa hambre. La economía no crece y los cubanos no tienen la posibilidad de elegir a sus representantes. El dictador tiene la desfachatez de referirse a un mundo más democrático, cuando en Cuba no se puede discrepar del mensaje “oficial”. El pomposo multilateralismo actual, no sirve para nada. Lo defienden sus funcionarios que se benefician del sistema. Leer Granma cada día, es un ejercicio muy duro para los cubanos. Es el órgano oficial del partido. Cuba está como hace 65 años. No progresa, no se financia. En manos de estos vándalos no tiene futuro el pueblo cubano. Maduro y Ortega han seguido el modelo cubano. Tras robarse las elecciones presidenciales, todo volvió a la “normalidad”. En el intertanto, los máximos representantes de la ONU, de la OEA, de la Unión Europea, seguirán dialogando, mientras Cuba llega a niveles de pobreza africana. Da pena y rabia que España, que debiera liderar la campaña para rescatar a estas 3 naciones, las que algún día fueran parte de su Reino, no actúe más decididamente. El ignorar lo que sucede en Cuba, Venezuela y Nicaragua, no es un aporte para lograr un mundo mejor. El progresismo ya no tiene banderas que defender.