Carta abierta a la Señora Ministra de Sanidad, Mónica García
Estimada Señora Ministra,
Te escribo esta carta con toda mi humildad y cariño esperando que me entiendas, ya que como tú soy médico y madre, aunque nos diferencia que yo ejerzo con dedicación plena mi Especialidad en Sanidad Pública y Privada desde hace más de 20 años.
Quiero exponerte que la reciente propuesta de tu Ministerio para prohibir que los jefes de servicio y directivos de la sanidad pública ejerzan en el sector privado es una medida errónea, injusta y profundamente perjudicial tanto para los profesionales como para el propio sistema sanitario. Esta iniciativa, presentada con la intención de evitar conflictos de interés, en realidad genera un problema mayor: la fuga de talento, la precarización del sector público y la vulneración del derecho de los médicos a administrar su tiempo fuera de sus obligaciones con el Estado.
Si esta reforma se lleva a cabo, muchos de los médicos más capacitados y con mayor experiencia podrían verse forzados a abandonar la sanidad pública en favor de la privada, donde no tendrán que lidiar con restricciones arbitrarias a su ejercicio profesional. La exclusividad obligatoria no es una medida que incentive la mejora de la sanidad pública, sino una forma de castigar a los profesionales altamente cualificados, limitando sus oportunidades y encorsetando su desarrollo laboral.
La premisa de esta prohibición es, en sí misma, un atentado contra la autonomía de los profesionales sanitarios. Si un médico cumple con sus responsabilidades en la sanidad pública y alcanza los objetivos que se le exigen ¿qué derecho tiene el Estado a imponerle cómo debe gestionar su tiempo libre? Nadie impide que otros trabajadores como profesores universitarios o funcionarios de alto nivel compatibilicen su empleo con actividades privadas, como consultorías o colaboraciones.
La decisión de un médico de ejercer en la sanidad privada fuera de su horario laboral no afecta su desempeño en el sector público, siempre y cuando cumpla con sus obligaciones. Argumentar lo contrario es ignorar la profesionalidad de los sanitarios, quienes hemos demostrado sobradamente nuestro compromiso con el bienestar de la población. A todos los profesionales que cumplimos sobradamente con nuestro deber en Sanidad Pública nos encantará que se establezcan medios de control para evaluar la eficiencia en la gestión de nuestros jefes de servicio y gerentes, amonestando a quien toque, pero no deben pagar justos por pecadores.
Y es que, digámoslo claramente, la verdadera cuestión de fondo que tu Ministerio parece ignorar deliberadamente es la precaria remuneración que recibimos los médicos en el sector público: nuestros salarios están muy por debajo de los de nuestros colegas europeos, lo que los obliga a buscar alternativas para complementar nuestros ingresos.
A mí modo de ver, en lugar de imponer restricciones absurdas, tu Gobierno debe centrarse en mejorar las condiciones laborales de los médicos, ofreciendo sueldos justos y competitivos que reflejen el nivel de responsabilidad y especialización. Solo así podrá garantizarse la retención del talento en el sistema público sin necesidad de recurrir a medidas coercitivas que limitan la libertad profesional.
Señora Ministra, como Médico y Madre espero que me escuches: la prohibición de la compatibilidad entre la Sanidad Pública y Privada es una medida que, lejos de fortalecer el sistema sanitario, lo debilita al privarlo de sus mejores profesionales. Se trata de una decisión injusta y arbitraria que no resuelve el problema de fondo: la necesidad de mejorar las condiciones laborales y salariales de los médicos.
En un momento en el que el sistema de salud necesita refuerzos y estabilidad, imponer restricciones que fomentan la fuga de talento es un error grave. La solución no está en prohibir, sino en incentivar. No se puede mejorar la sanidad pública asfixiando a sus profesionales.
Con respeto y preocupación,
Marta García Redondo
Médico Especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora