Abrir la mente y el corazón

Cambio de vida: las implicancias de emigrar

Cuántas personas en el mundo estarán en estos días transitando una mudanza, cambio de casa, de barrio, de pueblo, de región, de país, de continente, o todo ello junto, como fue mi caso hace poco más de tres años cuando con mi familia emigramos de Argentina a España.

Una mudanza, o traslado de domicilio tiene muchas implicancias en la vida de una persona.

Entonces se me plantea el siguiente interrogante: ¿Cuándo empieza y cuándo termina? 

Es una pregunta que me hago mientras escribo la columna del día de hoy, sobre todo cuando esa mudanza incluye múltiples aspectos de la vida como irte al otro lado del mundo, a un lugar donde culturalmente no tienes nada en común, no hablas la misma lengua (no es mi caso , aquí en España con mi familia en ese sentido nos encontramos muy a gusto), pero si es el caso de miles, quizás millones de personas que se van muchas veces, para no volver jamás a su lugar de origen, ya sea por motivos económicos, o porque deben huir por conflictos bélicos, u otros que hacen que deban abandonar el país porque su propia vida corre peligro.

Y así reflexiono sobre la historia de mi propia familia.

Arco iris Zaragoza - Cambio de vida: las implicancias de emigrar - María Ruth Agnoli

Una familia de raíces italianas, y que como tantas otras miles emigró antes, y después de la II Guerra Mundial desde Italia, digo antes y después, porque en primer lugar emigró la familia de mi abuelo paterno, Bruno, de un pequeño pueblo en el norte de Italia llamado Valle de Cadore, allá en los Dolomites italianos, ¡qué belleza de lugar!, que tuve la oportunidad en esta vida de visitar con mi padre, ver la casa de los abuelos y reencontrarme con sabores, olores, lugares y paisajes que nunca había visto, pero que mi cuerpo recordaba, fue como volver a un lugar en el que ya había estado, lo que tira la sangre realmente, y al que espero pronto poder llevar a mis hijos para que lo conozcan.

Pero me estoy yendo por las ramas, digo que en mi familia de Italia emigraron antes y después de la guerra porque la familia de mi abuelo viajó antes, y tuvo que esperar varios años, hasta que terminara la guerra, para poder llevar a mi abuela Marina, con la que se casó por carta.

Volviendo al título de la columna: emigrar te cambia la vida, digamos que, para bien, pensemos que para bien, la mayoría de las veces, pero emigrar no es fácil, aún si cuando uno lo ha decidido y siempre se puede volver al lugar de origen.

Emigrar es dejar las raíces, la casa de la infancia, el lugar de la infancia, los amigos de toda la vida, la familia, y muchas veces la profesión, como es mi caso, que aún no puedo ejercer por razones de burocracia, y otras que si algún lector homologante se encuentra del otro lado entiende perfectamente de qué estoy hablando, y que amerita mínimo una sola columna en el futuro para hablar y dar a conocer este tema.

Es por eso que, si tienes personas cercanas, sobre todo con niños emigrantes es importante y fundamental la contención, una sonrisa, una ayuda al hacer un trámite, puede hacer la diferencia en la vida de una persona ese día, ¿ser amables no cuesta no?, o al menos no debería.

Migrar es un duelo que hay que atravesar, que te atraviesa el alma algunas veces, hay muchos días, y momentos de tristeza, esos en los que te preguntas ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no vuelvo?, pero es en esos momentos en que uno pone en la balanza todo, y entiende que si la vida, o las elecciones personales te fueron llevando para un lugar siempre se puede volver (o casi siempre), pero al menos en mi caso , esta nueva tierra que hoy es mi tierra me invita a quedarme a mí, y a mi familia y hemos encontrado en este camino de poco más de tres años , amigos y familia que hacen que ya uno tenga el corazón partido entre dos lugares, y si bien hemos perdido muchas cosas, hemos ganado tantas otras.

Emigrar no es fácil, claro que no lo es, pero cuando existe la posibilidad de elegir y poder volver cada tanto al lugar de origen es diferente.

Hoy quiero agradecer por todo lo vivido en estos tres años desde que dejé mi país y pedir al Universo y a Dios porque todos los migrantes tengan oportunidades, y sean bien recibidos en el lugar en el que estén viviendo.

Les comparto una imagen tomada en Zaragoza donde viví cerca de un año a mi llegada a España, donde pueden ver el arco iris, porque eso es para mí la vida de un emigrante: un arco iris luego de la tormenta, con días difíciles y otros más tranquilos, pero todos y cada uno de ellos hacen a la vida, y la vida es bella.

Hasta la próxima.