El sentido de mis letras...
Las batallas se libraban en los cafés
18 de diciembre de 2024 (08:44 h.)
Hubo un tiempo en que proliferaron en nuestro país las tertulias, que eran reuniones con un tono coloquial que se celebraban periódicamente en casas, asociaciones y cafés para hablar de literatura o de política, o para compartir ideas, gustos y aficiones. A finales del siglo XIX y principios del XX, con la difusión de la prensa escrita que se solía leer en los cafés y casinos de muchas ciudades, se animó la charla y el debate en torno a la actualidad del momento y, como he escuchado alguna vez “las balas eran letras y las batallas se libraban en los cafés”. En esa época, capitales como Madrid, fueron el hogar que eligieron intelectuales de toda clase y condición para confrontar sus distintas opiniones sobre literatura, arte o política. Al calor de las tertulias, maduraron los Galdós, Lorca, Buñuel, Dalí o Valle-Inclán, entre otros muchos. Pero con la mayoría de los cafés históricos de muchas ciudades españolas tristemente desaparecidos y con el ritmo acelerado y estresado de nuestra sociedad, con pocos lugares que reúnen el sosiego necesario para la conversación, no es fácil la tertulia. Se ha impuesto el ruido, las televisiones encendidas a toda pastilla que casi nadie ve ni escucha, el opinar a golpe de titular y utilizar el grito o el insulto como argumentos cuando se carece de ellos. En la actualidad hay un déficit importante de conversaciones y debates constructivos, y ese afán tertuliano ha pasado a los platós de televisión y a corrillos donde lo natural no es la discusión y la confrontación de ideas, sino el querer imponer al otro nuestro punto de vista y no aceptar visiones o aportaciones ajenas, sin olvidar que, en muchas ocasiones, cuando tenemos algo que decir, lo resolvemos vía redes sociales, ignorando que hay conversaciones que deben hacerse en persona, porque son importantes, íntimas o delicadas y es fundamental ver las expresiones faciales, escuchar el tono de voz y sentir la intención del corazón de nuestro interlocutor.