Atrid Lander, un nombre con resonancia
LA MIRADA DE ULISAS, como bien saben, mis queridos y puntuales lectores, ama la poesía. Halla que sin la propuesta de la metáfora la existencia pierde sentido. El atisbo de Ulisas se carga de imágenes y de la imperiosa necesidad de lo humano y original que encierra cada vivencia y cada oportunidad de asir lo fundamental. Le da el vuelo debido a lo cotidiano. Y Astrid Lander, la famosa poeta venezolana, opina lo mismo al cargar sus poemarios con la importancia del humanismo como forma de afrontar su quehacer lírico. Su poesía se nutre de figuras para ilustrar el concepto de una humanidad que se quiere única y cierta. En su búsqueda del lenguaje, la poeta viaja por el universo de los conceptos y de los ideales. Adivina mensajes que se tornan profecía. Adiestran la palabra para que encuentre su mejor significado. Como profesora universitaria que es de Lengua y Universalidad en la Universidad Metropolitana de Caracas, Astrid navega el poder de la expresión para plasmar ideas que reflejen su mundo interior: una instancia personal que ella misma se redescubre luego de realizar el Camino a Compostela.
Le permitió mirar su interioridad con el tino que da la senda de la búsqueda más íntima y exacta de la medida de uno mismo. Lo que brinda el recorrido que se ha hecho famoso por sus alcances. Insta al hallazgo de lo propio, de lo genuino que nos habita. La poeta Astrid Lander no fue ajena a dicho proceso al escribir su experiencia, reflejada en su reciente obra literaria: su poemario “Nominación de lo humano”. Fue publicado por Hamalgama Editorial 2025 en la colección Farallón en las Islas Canarias y responde a la necesidad de mirarse desde su jardín interior. Esa huerta que cultiva el poeta con la mesura y dedicación del mejor obrero. Aquel que cuida la obra; la planta, la riega, la recoge y la muestra. Astrid con su metodología lógica y organizada plasma la búsqueda inteligente de nuestra verdadera dimensión: lo genuino, lo imperecedero que nos habita: aquel humanismo que día a día se pierde y que Astrid retoma con la nostalgia de quien añora el estado ideal del ser humano. Y dice en un verso “Será el alma que resuena/ en el tintineo de la mente”. La poeta Lander en su intensa indagación del humanismo se detiene en conceptos que se han extraviado en la modernidad. La autora existencialista y en hallazgo de ideales rescata con su palabra la nostalgia del humanismo para devolverle el rostro de lo innegable a la Humanidad.
Desde el título de su nuevo poemario, referente al nombramiento de lo humano se siente la presencia de la necesidad de husmear lo perdido por otros afanes que distraen al hombre. Disipa su esencia al olvidar su verdadera condición de ser humano. Para Astrid Lander, en su transitar poético, es doloroso ver el resultado que nubla al humanismo. La evocación de estados superiores de la humanidad la interpela donde la ganancia de lo espiritual se destaca. Astrid Lander no depone su arma, que es la vitalidad de su palabra, para manifestar hasta qué punto se hace penoso, de pena y de vergüenza, el estado en que ha caído la Humanidad, el mundo que nos pertenece y al que se ha cargado de bajezas. Describe el proceso vivenciado con su pluma y sus alas poéticas con la maestría de quien ha profundizado en el tema. Deja ver el talento de una sensibilidad aguda y dispuesta al reclamo. Pero no depone el argumento del recuerdo al citar un pasaje bíblico para ilustrar mejor la idea que la habita con la frase del Antiguo Testamento “Confía en el desierto florecido”. Ese oasis que el ser más humano, con características referentes a la condición de mayor elevación, desea rociar con ideales más bienhechores en un ambiente escogido para lograr el estado o la condición de un mejor individuo. El poemario de Astrid Lander hace ese llamado en permanencia con sus versos que la identifican como una buceadora de la condición humana.
Desde lo penetrante de su verso va al encuentro con lo más legítimo que debe tener morada en cada persona. Representa la eterna búsqueda, ya no de la perfección, pero sin duda alguna, el de acercarse al enfoque del mejoramiento individual para alcanzar una sociedad más humana. Un colectivo que se colme de valores y principios que le ayuden a visualizar un mundo mejor, un universo donde el verso haga lo suyo al plasmar ideales que por lo visto han descarriado su rumbo. Cada verso de la poeta insta a recuperar lo genuino de aquel paraíso perdido que clama revivir su vigencia, sus principios y su valía como lo anuncia al decirnos “abordar al otro de uno mismo”. Bella imagen para retomar la tolerancia y el respeto que se han diluido en los Tiempos Modernos. Recurre a una figura poética de significativa fuerza: “abismos salvajes”. Y tal vez sea la ferocidad que hallamos en el presente que lastima tanto.
El verso señala su viaje poético para denunciar los propósitos de desvirtuar al hombre, que se ha hecho robótico en su manera de pensar y de actuar, carcomido por intereses materialistas que lo alejan de su real y consecuente propósito en la Tierra: el evolucionar, acción que debe ser la eterna búsqueda de la persona a la espera de “un Dios sonoro”, como Astrid lo interpela. El poemario está pensado para “recomponer el mundo”, una imagen que persigue su propósito y nos invita a “cantar la felicidad en medio de la tristeza". El sentimiento que la escritora desarrolla a lo largo de su última obra: “Nominación de lo humano”. Con su voz, Astrid intenta rescatar lo humano de un colectivo planetario que ha desorientado su designio.
Lo recupera cuando vuelca su devenir en algo que le permita un viaje iniciático hacia una búsqueda superior al asociar el plano material a una lección de vida que nos debe llevar de la mano a una cima que ilustra el verso: “vivir como si resucitase”. Es esa resurrección, la que el planeta precisa, se basa en una reconstrucción que lleve al sujeto a instancias más humanas y donde el valor de la esperanza conserve su lugar. Astrid con su libro nos obliga a reflexionar… y a retomar las riendas del humanismo, que jamás debe desatender el intento de ser la idea de una vida plena con el reconocimiento del hermano, que somos todos en la integración de la Humanidad. Un sueño de un mejor mañana que no puede perecer... y que desee y logre "humanarnos".