América ¿para los americanos?
Estados Unidos está perdiendo su influencia política y hegemonía económica en América Latina debido al desinterés creciente de este país hacia esta región, mientras Rusia y China aumentan su protagonismo en la misma.
La frase "América para los americanos” es una expresión popular que fue acuñada por el presidente norteamericano James Monroe en 1823 y que se acabó convirtiendo en una doctrina que rige la política exterior de los Estados Unidos desde ese año. En un principio, la misma tenía como intención evitar la intervención europea, o interferencias de las potencias europeas, en los asuntos internos de los países americanos. Con el paso del tiempo, esta doctrina sirvió para justificar el intervencionismo de los Estados Unidos en los asuntos del continente, incluyendo golpes de Estado contra gobiernos considerados hostiles, y durante la Guerra Fría para evitar la expansión del comunismo en la región.
Cuando cayó el Muro de Berlín, en 1989, y se disolvió la Unión Soviética, en 1991, el interés de los Estados Unidos decayó notablemente en la región y esa suerte de “vacío” fue aprovechado por otros países, como Rusia y China, para aumentar su influencia, tanto política como económica, en la región.
Rusia, a pesar de que había abandonado el sistema socialista, siguió manteniendo excelentes lazos políticos y militares con Cuba, de tal suerte que en la actualidad fuentes de la inteligencia ucraniana aseguran que unos 20.000 soldados cubanos luchan codo a codo con las fuerzas rusas en los frentes de Ucrania. También la llegada de Hugo Chávez al poder, en 1999, fue aprovechada por Rusia y China para inmiscuirse en los asuntos latinoamericanos y estrechar los lazos políticos y económicos con el nuevo régimen venezolano que se apellidaba “socialista” y que no casualmente tenía las mayores bolsas petroleras del planeta. El interés por parte de las dos grandes potencias económicas antagónicas de los Estados Unidos era obvio, aparte de que Venezuela suministraba casi gratis petróleo a la moribunda satrapía cubana, aliada de Rusia.
Muy pronto, América Latina giró a la izquierda y en Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Chile y Bolivia se instalaron gobiernos claramente antioccidentales y más cercanos a los intereses geoestratégicos de Rusia y China que de los Estados Unidos. A este eje se le unieron los regímenes de Venezuela y Cuba, que claramente sintonizaban con las mismas ideas. Sin embargo, en los últimos años la izquierda perdió el poder en Argentina y Ecuador, pero se hizo con los gobiernos de México (2018), Colombia (2022) y regresó de Lula a la presidencia en Brasil (2023) tras el mandato del derechista Bolsonaro, conformando un bloque mayoritariamente izquierdista en el continente y con una orientación en política exterior contraria a los intereses occidentales, tal como se ha visto en las recientes crisis de Gaza e Irán, en que dicho bloque tomó unas posiciones claramente en contra de Israel y los Estados Unidos, respectivamente.
El bloque izquierdista sigue dominando el continente
Si exceptuamos Argentina, Ecuador, El Salvador, Paraguay y Perú, casi toda América Latina está en manos de países que si no son enemigos declarados de los Estados Unidos no simpatizan con su política exterior, tal como se ha visto claramente con los posicionamientos contrarios a la intervención de los Estados Unidos contra Irán el pasado mes de junio, Los presidentes Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Lula da Silva y Gabriel Boric, de Venezuela, Colombia, Brasil y Chile, respectivamente, condenaron la intervención de los Estados Unidos contra Irán y constituyen la punta de lanza del antisionismo en el continente, habiendo reducido, cuando no rompiendo los lazos diplomáticos -casos de Colombia y Venezuela-, hasta niveles mínimos las relaciones con Israel.
En este contexto tan adverso para los intereses norteamericanos, tampoco se percibe que la administración norteamericana de Trump tenga un interés mayor que en su anterior mandato con respecto a esta región, que visitó solamente una vez en cuatro años. Salvo el apoyo irrestricto de Trump a los presidentes de El Salvador y Argentina, los controvertidos Bukele y Milei, conocemos muy poco acerca de la estrategia de la administración norteamericana hacia la región, aunque el Secretario de Estado, Marco Rubio, haya anunciado una mayor dureza hacia los regímenes de Nicaragua, Cuba y Venezuela, pero sin apuntar medidas concretas y sin que los hechos por ahora indiquen un cambio de rumbo en la política exterior norteamericana hacia estas tres dictaduras.
Mientras tanto, no se esperan grandes cambios en los próximos meses e incluso las cosas podrían empeorar, dadas las pretensiones del presidente colombiano, Gustavo Petro -uno de los mayores adversarios de Trump en la escena regional-, de convocar una asamblea constituyente con pretensiones de reelegirse, lo que consolidaría el bloque izquierdista en la región con sus consiguientes consecuencias, como la penetración política de Rusia en América Latina, a través de sus servicios secretos, y de China, cuya influencia y hegemonía económica es cada vez mayor en esta parte del mundo, sobre todo en materia de infraestructuras, minería, materias primas y servicios financieros. ¿América para los americanos?