Joaquín Villanueva: "La sociedad civil está haciendo lo que los partidos han dejado de hacer: defender a España por encima de cualquier interés político partidista"
Empresario, impulsor de foros cívicos y una de las voces más activas en defensa del orden constitucional, Joaquín Villanueva analiza en esta entrevista los motivos que lo han llevado a apoyar la movilización del 10 de mayo. Con un discurso sereno pero firme, denuncia el deterioro institucional, defiende el papel de la sociedad civil y lanza una llamada al compromiso colectivo: “Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?”
Joaquín Villanueva (Pamplona, 1955) es licenciado en Dirección y Administración de Empresas por ESADE y máster por la Harvard Business School. A lo largo de su trayectoria ha dirigido diversas compañías, compaginando siempre su faceta empresarial con un creciente compromiso cívico. Fundador junto con otras personas del Círculo de Navarra en Madrid, fundador de Sociedad Civil Navarra, promotor desde su inicio de Sociedad civil catalana, empresario con décadas de trayectoria y una de las voces más activas en defensa de la unidad nacional y de los valores constitucionales .Villanueva es también uno de los referentes tras la concentración cívica del próximo 10 de mayo en la Plaza de Colón a las 12 h.
Durante nuestra charla no hay frases hechas. Hay argumentos, memoria y visión. Esta es una conversación para entender por qué una parte creciente de la ciudadanía ha decidido pasar a la acción.
El 10 de mayo se ha convocado una gran concentración cívica en Madrid. ¿Qué representa ese acto y por qué crees que es imprescindible ahora?
Es que lo que estamos viviendo es inédito. No ha pasado nunca en la democracia española, que un Gobierno llegue al poder con los votos de los que han intentado dar un golpe de Estado y encima negocie con ellos condiciones que atentan contra la igualdad, la justicia y la propia existencia del Estado. La manifestación del 10 de mayo es un acto de dignidad, de defensa de la Constitución, y sobre todo de responsabilidad. Porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?
Has dicho que la política actual se ha desconectado de la realidad y del mérito. ¿Por qué crees que ha ocurrido eso?
En la transición los mejores dieron un paso adelante y entraron en política. El talento, el esfuerzo y el espíritu de consenso hicieron el resto. El resultado fue la Constitución, la democracia y el periodo más importante de prosperidad de España en muchos siglos. Hoy el consenso ha sido sustituido por la polarización y en la política no están los mejores. Los resultados de este cambio dramático los sufrimos los ciudadanos.
En el mundo empresarial, si fracasas, te echan. Pero en política puedes hundir un país, pactar con quien quiere romperlo, mentir, saltarte la ley y asaltar las instituciones … y no pasa nada. En Francia o en Alemania las instituciones son fuertes y resisten la presión política. Aquí no. Aquí es al revés: se ponen al servicio del poder.
¿Y cómo entra en juego la sociedad civil en ese proceso de despertar?
La sociedad civil tiene que liderar lo que los partidos no están haciendo. Lo curioso —y trágico— es que somos los ciudadanos los que tenemos que salir a la calle para exigir que se respete la ley y la Constitución. Esto, en una democracia sana, lo harían los partidos. Pero como no lo hacen, lo tenemos que hacer nosotros.
¿Qué esperas que suponga el 10 de mayo más allá de la propia movilización?
Tiene que ser el inicio de algo más grande. No puede ser una foto o una pancarta más. Tiene que haber continuidad, organización, agenda. Y hablando de visión y agenda sobre todo dos cosas: un pacto entre los grandes partidos nacionales para no volver a gobernar con separatistas nunca más. Y una proyección real de España en Iberoamérica promoviendo acuerdos de libre comercio con la Unión Europea. Tenemos una comunidad de más de 500 millones de hispanos que junto a los europeos nos acercamos a los mil millones de ciudadanos que compartimos valores y que también podríamos compartir un espacio de libre comercio.
Uno de los temas que más repites es la necesidad de recuperar la educación. ¿Por qué lo consideras tan prioritario?
Porque si controlas la educación, controlas el país. Lo hemos repetido muchas veces. Los nacionalistas lo supieron ver desde el principio. Y por eso han hecho una labor de ingeniería ideológica tremenda. En Cataluña, por ejemplo, llevan 40 años utilizando la lengua para construir una identidad política separada. Otra lengua, otra nación y luego otro estado. Y esa es la agenda del separatismo. Pero es que a nivel general también se ha destruido el sistema educativo. Se ha eliminado la cultura del esfuerzo, se ha instalado una especie de igualitarismo que lo que hace es fomentar la mediocridad. Y sin meritocracia no hay movilidad social, no hay excelencia, y por tanto no hay país. No puede haber igualdad porque no somos iguales. De hecho somos todos únicos. La única igualdad que reconozco es la igualdad de oportunidades para acceder a la educación.
¿Qué medidas concretas propondrías para cambiar esa tendencia?
Primero, hay que recentralizar los contenidos básicos: historia, lengua, filosofía. No puede ser que en cada comunidad se cuente una España distinta. La educación tiene que ser el verdadero ascensor social. Que el hijo del portero tenga las mismas posibilidades que el del quinto, eso es un país justo. Y eso solo lo da una educación cuyo acceso sea justo y que posteriormente premie el talento, el mérito y el esfuerzo. El sistema ahora iguala por abajo. Todo es igual, pero sin excelencia, sin exigencia. Y sin meritocracia no hay futuro. Hace falta una reforma profunda del sistema educativo hacia la calidad. Y sí, también técnica: necesitamos ingenieros, técnicos, gente formada para lo que viene.
Y ahí entra tu defensa de la Hispanidad…
Nos han robado el relato con la leyenda negra que además hemos cometido la estupidez de asumirla. Nos han hecho creer que España fue un desastre, cuando fuimos una civilización que llevó lengua, evangelización (en aquel momento tan importante para poder ofrecer la salvación a aquellos seres humanos) derecho y cultura a medio mundo. ¿Qué otro país puede decir que creó una comunidad en diferentes países de más de 500 millones de personas con un idioma común? Solo nosotros. Y estamos tirando eso por la borda. La Hispanidad no es pasado, es futuro. España , como decía antes, debe liderar dentro de la Unión Europea un espacio de libre comercio con Iberoamérica.
¿Cómo imaginas la España que podríamos construir si recuperáramos esos valores?
Una España que no se avergüence de sí misma. Una España que premie el trabajo, la honestidad, la excelencia. Una España con instituciones que funcionen, con ciudadanos comprometidos, con una cultura de unidad. Una España que diga al mundo: aquí estamos. Somos lo que somos, y estamos orgullosos de ello. Y eso exige una regeneración profunda, que también concierne a los empresarios. Porque nosotros lo que queremos es un entorno estable, saber las reglas del juego. Y eso solo te lo da un sistema democrático fuerte. Por eso, para los temas estructurales (incluyendo el tema territorial) lo que pedimos son acuerdos de Estado entre los grandes partidos. No depender nunca más de los partidos separatistas para la formación de gobierno.
Has hablado también de la necesidad de una gran alternativa constitucionalista. ¿Cómo debería construirse?
Desde abajo. Desde la gente. Porque los partidos, tal como están, no lo van a hacer. Tenemos que construir una alternativa transversal, valiente, que no se conforme con resistir, sino que ilusione. Con argumentos, con propuestas, con serenidad. Y sin miedo. La democracia es el mejor sistema para organizar una sociedad, pero tiene una debilidad, que es que no sabemos cómo defendernos de quien, desde dentro, quiere destruirla. ¿Quién pone los límites? ¿Cómo se eligen a los mejores? ¿Quién impide que un sistema degenerado se convierta en una dictadura de la mayoría? La única respuesta es una sociedad compuesta por ciudadanos libres e iguales, diversa , con valores, con conciencia y con coraje para involucrarse en organizaciones civiles que defiendan el bien común.
¿Y qué mensaje final darías a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes, que sienten que esto no va con ellos?
Esto tiene solución. España puede funcionar mucho mejor. Yo creo que sí. Lo que pasa es que tenemos que exigirlo. Pero tenemos que exigirlo, no desde el odio ni desde la revancha, sino desde la verdad, desde la libertad y desde la justicia. Y desde la ilusión de hacer una España mejor. Esto no se puede quedar en el reproche. Se tiene que quedar en la propuesta. Tenemos que demostrar que somos tan buenos como los mejores. Y que lo que queremos hacer es mejor para todos. No solo para los nuestros. Para todos. Y sobre todo, un mensaje para vosotros los jóvenes: Amad a España. Os necesita.