Crónica cultural por José Belló

Antonio Muñoz Degrain, protagonista en el Prado con una muestra que redescubre su legado artístico

Paisaje del Pardo al disiparse la niebla Muñoz Degrain, Antonio 1866 Óleo sobre lienzo, 200 x 300 cm Madrid, Museo Nacional del Prado. Adquirido en 1867
La sala 60 del edificio Villanueva acoge hasta enero de 2026 una selección de obras del pintor valenciano, en el marco del programa dedicado a las colecciones del siglo XIX

El Museo Nacional del Prado ofrece desde este verano una nueva mirada a la obra de Antonio Muñoz Degrain (1840–1924), uno de los pintores más singulares y versátiles del siglo XIX español.

La sala 60 del edificio Villanueva acoge hasta el 11 de enero de 2026 una exposición monográfica que reúne una decena de piezas representativas de su producción, cinco de ellas restauradas recientemente para esta ocasión.

Esta muestra forma parte del programa de difusión de las colecciones del siglo XIX del Prado, el más amplio del museo en cuanto a número de obras pictóricas, y busca dar visibilidad a artistas que han permanecido al margen de los relatos más difundidos de la historia del arte. En esta ocasión, se recupera la figura de Muñoz Degrain, autor de una pintura profundamente personal, con temas que van desde el paisaje hasta la historia, la religión o lo cotidiano, siempre tratados con una técnica libre y una notable riqueza cromática.

Obras clave y materiales inéditos

Entre las piezas destacadas figura "Paisaje del Pardo al disiparse la niebla" (1866), una obra que marcó su consagración al obtener medalla en la Exposición Nacional del mismo año y que, gracias a su reciente restauración, puede apreciarse ahora en todo su esplendor. Su estilo, con una pincelada suelta y una captación casi atmosférica de la luz, recuerda en algunos pasajes al legado de Velázquez.

La exposición también recorre otras etapas fundamentales de su trayectoria, con cuadros como "Recuerdos de Granada" (1881) o "Vista de Granada y Sierra Nevada 1" (h. 1915), que ilustran su mirada subjetiva del paisaje. La vertiente más literaria e histórica de Muñoz Degrain se representa a través del estudio preparatorio de "Los amantes de Teruel" y obras como "Antes de la boda", en las que se observa la influencia veneciana en el uso del color.

Otros ejemplos como "Los escuchas marroquíes" (1879), "Jesús en el Tiberíades" (1909) y "Rincón de un patio toledano" (1904) demuestran su amplitud temática y su inquietud constante por explorar nuevos lenguajes pictóricos. Junto a los cuadros, se expone también documentación original, como su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1899), centrado en “la sinceridad en el arte”, y un retrato fotográfico del pintor modelado por el escultor Miguel Blay.

Un paso más en la recuperación del siglo XIX

Con esta muestra, el Prado refuerza su compromiso con la recuperación y difusión del patrimonio artístico del siglo XIX, una línea iniciada en 2009 con exposiciones dedicadas a artistas como Joaquín Sorolla, Aureliano de Beruete, Federico de Madrazo o Francisco Pradilla, entre otros. Este programa ha permitido al público redescubrir nombres y tendencias fundamentales para comprender la evolución del arte en España en un siglo de profundos cambios estéticos y sociales.

La exposición de Antonio Muñoz Degrain en el Prado no solo reivindica el talento de un artista injustamente relegado por su independencia creativa, sino que también se convierte en una ventana privilegiada para comprender la riqueza y complejidad del arte español decimonónico.