Maestro mayor y fontanero del ayuntamiento
Ventura Rodríguez no sólo es el nombre de una céntrica estación de metro de Madrid, sino que fue un colega mío, del siglo XVIII, arquitecto municipal, antes denominado con los bonitos títulos de Maestro Mayor de Obras de Madrid y de sus Fuentes y Viajes de Agua. Me encanta pensar que esta fue una profesión de grandes, respetados y comprometidos arquitectos.
Ventura trabajó en la construcción del Palacio Real durante la friolera de 25 años, primero como dibujante o delineante, con 18 años, hasta conseguir ser arquitecto de la Corte, encargado de diseñar la Capilla Real (sita en el Palacio Real, se considera uno de los espacios más espectaculares del mismo).
Amó y vivió Madrid y esto no sólo se refleja en los edificios que construyó o proyectó, sino en el urbanismo de la ciudad, tal vez por eso tiene un medallón en la fachada del Museo del Prado.
Damos un paseo por el centro de Madrid y nos encontramos con el Palacio de Liria, el Monasterio de la Encarnación (que fue demolido en el periodo de la desamortización, luego reconstruido), vemos Iglesias como la de San Marcos, San Sebastián o la Colegiata de San Isidro… y llegamos al puente más antiguo que tiene Madrid y que todo alumno de arquitectura ha dibujado en carboncillo nada más empezar la carrera. Hablo del puente de Segovia, con sus nueve arcos de medio punto, que muchísimos años después todavía tengo en mi memoria, trazo a trazo, yo también empezando a vivir en Madrid y a conocer esta bella profesión.
Pero lo que me genera una envidia sana, son las fuentes que creó, desde el símbolo de la capital de España, La Cibeles, pasando por la segunda más conocida, Neptuno y unas cuantas que se encuentran en el paseo del Prado, con bonitos nombres como la Alcachofa o Apolo.
“La arquitectura debe hablar de su tiempo y lugar, pero anhelar la eternidad” decía Frank Gehry.