Juan Martínez Villergas en Madrid
Aunque había nacido en Valladolid se trasladó a Madrid en el año 1834 para trabajar como escribiente, y en la Villa del oso y el madroño se relacionó enseguida con literatos y periodistas. Satirizó con dureza a muchos de ellos. Fue muy conocido y muy sonado el odio que sentía por Manuel Bretón de los Herreros e incluso por Ventura de la Vega y por Antonio Gil y Zárate desde el día en que le rechazaron una comedia que había presentado para que fuese representada en el teatro del Príncipe. Uno de los epigramas más conocidos fue el que estuvo directamente motivado por ese acontecimiento y que dice así: Una comedia empecé / Que se acabó en el fogón, / cuando supe que Brutón / mandaba en el comité. /Porque tiene - esto es un hecho - / La órbita izquierda cerrada, / Y por el ojo derecho / creo que no le entra nada. / En un comité inexperto / Que ya conoce la gente, / Ninguno ve claramente / Y el jefe de ellos es tuerto. / No logra imponer la ley / Por el mérito que encierra, / sino porque en toda tierra / de ciegos, el tuerto es rey / A escribir con Calderón / pone Brutón cualquier cosa / Y le gana en mi opinión, / Porque el señor Brutón / tiene una letra preciosa. / El señor Brutón infiero / Que nunca será profundo; / Porque es tuerto y considero / que los tuertos ven el mundo / solo por un agujero. / Preguntando cuantas son / las comedias de Brutón / dijo uno (cosa oportuna) / ensayos casi un millón / comedias casi ninguna. / Un calvo que llaman Gil / tiene en su drama, soy Franco, / en cada página mil / salidas de pie de banco / y en él no están permitidas / Pues son cosas encontradas, / El tener malas salidas / quien tiene buenas entradas. / Vega académico es. / Si tales servicios premia, / pronto dará la academia / el diccionario en francés.
Martínez Villergas (Gómez-Narro, Valladolid, 1816 o quizá 1817 – Zamora, 1894) escribió en numerosas publicaciones madrileñas, y generalmente lo hacía con obras de carácter satírico en periódicos como “El Huracán” (editado en Madrid entre 1840 y 1843), “El Zurriagazo” (folleto del que fue fundador, y en el que escribió uno de sus textos más comprometidos que iba dirigido a la regente María Cristina y que dice: Salga de la España en breve; / más si criminal, aleve / no paga lo que nos debe / como Cristo nos enseña / leña, leña, leña y leña.),“La Nube” (Villergas firmaba con el seudónimo de Antón Perulero), “El Burro”, “Jeremías” (editado en Madrid entre 1866 y 1870), “Semanario Pintoresco Español”, El Tío Camorra” (editado en Madrid entre 1847 y 1848) o “La Linterna mágica”; pero nunca escribió en la revista “Gil Blas” porque también tenía mala relación con Manuel del Palacio.
Fue un autor polémico a la hora de ofrecer con rotundidad lo que realmente pensaba de otros autores. Era incluso un provocador nato, pues utilizaba la sátira para humillar a muchos de sus contemporáneos. Su vínculo con el movimiento romántico ilustró aquel tiempo a través de la propia literatura. Además de poeta festivo, cultivó el teatro y el artículo periodístico. Durante los años vividos en Madrid tuvo siempre una vida muy activa y a veces arriesgada, y tanto fue así, que en más de una ocasión le costó la cárcel; pero nunca cejó en el empeño por manifestarse tal como era. Se hizo muy amigo de Wenceslao Ayguals de Izco y juntos fundaron el semanario “La Risa” (que llegó a publicar 75 números en poco más de año y medio), “El Dómine Lucas” (fundado en 1844) y “La Guindilla”. También fundó en 1841 con Ayguals y con otros literatos “La Sociedad Literaria de Madrid” que imprimía en su propia imprenta, a través de ella se difundieron obras de numerosos autores como Zorrilla, Modesto Lafuente, Bretón de los Herreros, Carolina Coronado, Eulogio Florentino Sanz, Pedro Mata o Antonio Gil y Zárate.
A Ramón de Campoamor le dedicó un epigrama en el que insinúa que su poesía es apaciguada y dulce pero que su carácter es sinuoso y agrio: “El del aspecto tranquilo; / el de los amores sello; / el del almíbar asilo: / ¿Cuánto va que no es tan bello / tu pecho como tu estilo… Al actor de teatro y escritor Julián Romea le dedicó, entre otros, el siguiente: Siempre levita ha gastado / Con solapas D. Julián, / Y con solapa ha estrenado / un chaleco y un gabán. / ¡Oh que hombre tan solapado!.. A Bretón de los Herreros unos versos que fueron muy comentados y conocidos por sus contemporáneos, y que dicen: a Manuel Bretón, el tuerto, / una víbora picó. / ¿Murió Bretón? No, por cierto; / la víbora reventó… A Tomás Rodríguez Rubí (de quien se decía que era un imitador de Bretón de los Herreros) le dedicó este: Donde Tomás brilla más / es en los versos, Calisto; / y lo peor que yo he visto / son los versos de Tomás.
Juan Martínez Villergas entendió la literatura como si fuese un arma para defenderse y atacar, pues llevaba esos principios hasta extremos insospechados. Con sus versos atacó a políticos, periodistas y literatos de un modo grotesco y generalmente nunca medía las graves consecuencias que ocasionaban sus actos. La literatura era para él un modo de lucha y de defensa ante sus propios ideales y ante los que consideraba enemigos. Siempre pensó que la literatura debía estar al servicio de la historia social y, que por lo tanto, los literatos que no entendiesen eso no tendrían ningún interés en un futuro. Pues el romanticismo social era una literatura de denuncia. Lo que no fuese así le perecían florituras carentes de interés. Decía que las obras literarias sin trascendencia social eran obras inútiles y que por lo tanto concurrían en la mala literatura.