José Vicente Puente
Siempre he defendido la influencia de las circunstancias en la evolución de nuestras vidas. En el caso de José Vicente Puente, de no ser por Antonio Menchaca y Careaga lo más seguro es que no hubiera tenido la oportunidad de conocer a José Vicente. En 1957 yo ingresé, por mediación de mi compañero en la Escuela Oficial de Periodismo, Pablo Irazazábal en la Sección de Prensa de la Oficina Central Marítima, OFICEMA que cambió después su denominación por Asociación de Navieros Españoles. Al frente de esa Sección de Prensa, y como director del Boletín Informativo de OFICEMA figuraba Antonio Menchaca y Careaga, de ilustre familia vizcaína, que se había graduado en la Escuela Naval de Marín, y que sería expulsado de la Armada por su defensa de la monarquía y por haber votado ostensiblemente contra el Referéndum franquista de los años cuarenta. Su padre, Antonio Menchaca de la Bodega, era naviero y propietario de tres buques de cabotaje, el Briquetas Zorroza, el Cilurnum y el Uribitarte. Una mañana me extrañó ver a Menchaca, siempre elegante, en mangas de camisa manejando una impresora. Me ofrecí a ayudarle, pero él se negó muy cortésmente. Resultó que lo que estaba imprimiendo era una propaganda antifranquista y monárquica que introdujo en unos grandes sobres sin remite que mandó llevar al edificio de Correos de la Plaza de Cibeles. El volumen de los envíos y la ausencia de remites despertó las sospechas de la Policía de Correos, que detuvo al botones que estaba introduciendo los sobres. Menchaca se declaró culpable y fue a la cárcel, creo que por poco tiempo.
Presidía en aquel entonces a los navieros Eduardo de Aznar, que tenía una excelente relación con la familia del Jefe del Estado, y que para las aguas volvieran a su cauce, decidió poner al frente de la Sección de prensa y como director del Boletín, que en poco tiempo se convirtió en Revista, a José Vicente Puente, amigo de Aznar y que le asesoraba en sus escritos y discursos.,
José Vicente Puente y García Arnaiz había nacido en Madrid en 1915, en el seno de una familia enraizada en la sociedad madrileña. Su padre era dueño de una fábrica de colchones y camas sanitarias, que tenía ramificaciones en Argentina. Su hermano estaba casado con una familiar de los Luca de Tena, y una de sus hermanas se casó con José Antonio Giménez Arnau, diplomático y escritor. Uno de sus hijos, Jimmy, se casó, en un matrimonio que duró poco, con una de las nietas de Franco. Jimmy, recientemente fallecido, se hizo famoso en la conocida como “ prensa del corazón”.
José Vicente se licenció en Derecho y Filosofía y Letras, además del Profesorado Mercantil. El comienzo de la guerra civil española le sorprendió en Heidelberg donde preparaba su doctorado en Derecho Civil. Dejó sus estudios para regresar a España, y fue oficial provisional y, por sus conocimientos de Alemán fue enlace de la Legión Cóndor. Terminada la guerra, fue teniente de Alcalde en el primer gobierno madrileño, y, como periodista, fue redactor jefe de “Fotos”, y al término de la Segunda Guerra Mundial marchó a Buenos Aires como corresponsal de ABC. Regresó en los años cincuenta, y prosiguió su carrera literaria. Como novelista, “Una chica topolino” fue la más vendida en la Primera Feria del Libro madrileña de la posguerra. Su biografía del torero Manolete, bajo el título de “Arcángel” fue un éxito de ventas.
Yo le debo mucho a José Vicente Puente. Cuando acabé mis estudios de Periodismo, logró que me pusieran en plantilla como Jefe de Sección, recién cumplidos los veintiún años. Permitió que mi horario fuera de ocho de la mañana a las tres de la tarde, por lo que pude fundar y dirigir la Revista “VID” y más tarde ingresar en la Agencia Pyresa y en Televisión Española. Facilitó mi primer viaje en barco por el Mediterráneo, y otros cruceros en vacaciones, logró que Manuel Halcón me incluyera como colaborador en “Semana” e influyó que volviera a ANAVE tras pedir la excedencia en Televisión para una campaña de tres años en defensa de la Marina Mercante Española, en la que me ayudó con su imprescindible colaboración.
José Vicente, que había acogido a mi hijo Alberto cuando yo dejé ANAVE, falleció en 1995, recién cumplidos los ochenta años. Mi recuerdo y mi gratitud me acompañará mientras viva. Ha sido, sin duda, mi personaje inolvidable.